¿Nos conocemos y entendemos nuestro cuerpo como tal? ¿Realmente nos estamos valorando ?
Según vuestra respuesta nos llevara a algo más que importante, la existencia de una parte de la que apenas se habla, y que si se conociera nos evitaríamos muchos problemas de salud, esta es: la conciencia corporal.
Básicamente esta característica propia con la que contamos de forma innata se trata de escuchar nuestro cuerpo, mejorando el control perceptivo del mismo y aumentando las pautas de movimiento que tenemos en nuestra vida diaria.
En nuestra piel, en nuestros músculos y huesos existen gran cantidad de receptores que envían información y conectan nuestro cableado interno (sistema nervioso periférico ) con la centralita de nuestro cuerpo (sistema nervioso central). Esto significa que de forma continua se está enviando información desde la parte más distal (externa) del organismo hasta alcanzar nuestra médula y nuestro cerebro. Esta información es procesada en el sistema nervioso central y se integra de una determinada manera. Esa integración va a determinar la «imagen» que tiene nuestro cerebro de nuestro cuerpo. El movimiento ayuda muchísimo a crear esta imagen corporal, a ser conscientes de ella, gracias a los mecanorreceptores (sensores que tiene el sistema nervioso para captar el movimiento de todo el aparato locomotor).
La conciencia corporal existe desde nuestros primeros días de vida, resulta de un proceso de maduración complejo, y si dejamos de movernos, este mecanismo se va deteriorando, lo vamos olvidando poco a poco, hasta llegar casi a perderlo. Es por ello, que está en nuestra mano, ponernos en marcha, encender nuestra locomotora interior y conectar todo nuestro organismo, ayudando a nuestro cuerpo y cerebro a trabajar unidos y guiarnos para alcanzar el equilibrio.
Lorena Bellido Fernández