Aquí tenéis el relato de una luchadora y de una artista, que contra viento y marea sacó fuerzas para recuperarse y encontrarse a sí misma. Una persona a la que yo personalmente admiro, de la que aprendí muchísimo y por suerte aún sigo aprendiendo. Ella es el firme reflejo de que se puede con todo y de que todo es posible. Gracias Rocío por seguir sonriendo y por hacerme reír cada vez que te veo! Una de las experiencias más bonitas como fisioterapeuta, inefable.
Ésta es la historia de mi fisio, y como su fisioterapia me cambió la vida.
No es solo el hecho en sí de llevar dos años postrada en una cama, con pérdida del 80% de la musculatura, sino también la repercusión que provoca en el ánimo de la persona el no poder moverte. Irascibilidad, negación, dolor, sufrimiento (que padeces tú y haces padecer a los demás), incomprensión… Hasta que un día llega ella, con esa cara que ilumina el lugar por donde camina, y sabes que sí o sí tienes que recuperarte, y también sientes en ese momento que lo vas a conseguir.
Es un arduo trabajo el de la fisioterapia, y no sólo consiste en «bueno si tienes el sacro mal… hay que ponerlo en su sitio»,, no, no es sólo eso ni muchísimo menos. Primero tienes que tratar con la persona, que tal como era mi caso (de normal no me falta simpatía pero en esos momentos podría ser una bruja) no era fácil. Una vez que ya se ha conseguido ese objetivo, empiezan los «masajes». No os equivoquéis, a veces duele, duele mucho, pero es un alivio que no se puede describir con palabras. Aún sigo sin comprender como puede abarcar tantos campos la fisioterapia, o al menos la que se me proporcionó a mí.
Equilibrar el sistema nervioso, saber dónde se acumula más tensión, desmontar eso que vulgarmente llamamos cuerdas y que ellos conocen como contracturas, la acupuntura, incluso los dolores de mandíbula, de cabeza, el sueño o el hambre son capaces de controlarse en estas terapias.
Ni que decir tiene que con mucho esfuerzo conseguimos recuperar mi musculatura, conseguimos equilibrar mi sistema nervioso tras muchos años, y básicamente conseguimos lo que no se creía que se pudiera alcanzar: mi total recuperación.
Nunca jamás tendré palabras para poder expresar el infinito agradecimiento que proceso a los fisioterapeutas y la fisioterapia en general, y en particular a María. Sin ella, sin sus cuidados, sin su ánimo, sin su fuerza, no lo hubiese conseguido; y relatar mi historia es lo mínimo que puedo hacer para que la fisioterapia tenga el reconocimiento que merece.